martes, 20 de diciembre de 2011

SAN CRISTÓBAL DE LA HABANA, SIGLO XVII. LAS IGLESIAS Y CONVENTOS.


Versión del Guión Radial de  Isabelita Herrera

Todos los cubanos, habaneros o no, paseamos o simplemente caminamos por las calles de la ciudad y miramos las edificaciones,  las calles, sin embargo pocas veces las vemos. Sí, porque ver lleva implícito saber, conocer desde cuándo, cómo y por qué un edificio, una casa, un templo está en ese lugar. Acompáñame, te invito a un acercamiento a la historia de las iglesias y conventos que se construyeron en La Habana del siglo XVII.

En el segundo siglo de la colonización española, las construcciones de carácter religioso se multiplicaron en La Habana. La Villa fue,  en el siglo XVII, testigo de la construcción de numerosas iglesias y conventos, las califico de numerosas teniendo en cuenta la cifra de habitantes permanentes y transitorios que residían en la  naciente ciudad por aquellos tiempos.  

En la esquina de las calles Cuba y Acosta, se situó la segunda de las parroquias de La Habana. Prueba de ello es el acta del Cabildo del primero de julio de 1632, donde dice que el Prior General, Simón Fernández Leyton, solicitó solares para que fuera posible finalizar la obra  de la ermita del Espíritu Santo.  Como reseña José Martín Félix de Arrate fue erigida en 1638,  era pequeña y pobre, tenía una sola nave de 9,20 metros de ancho por 43 de largo. La capilla mayor de esta iglesia, fue construida bajo la supervisión y mandato del obispo Jerónimo Valdés entre 1706 y 1729 con su techo de bóvedas de piedra y bajo ella, una cripta para enterramientos. La torre era de tres pisos, cada uno levemente más bajo que el anterior. De forma casual en esta Iglesia se encontró en el año 1936 la bóveda con los restos del Obispo Valdés. 

Otra es la historia de la Iglesia del Santo Cristo del Buen Viaje. Cuando se construyó la plaza que hoy todos conocemos como Plaza del Cristo, en 1640, también se construyó en este sitio la ermita del Humilladero, que sustituyó a la construida en el siglo anterior en el barrio de Campeche. Su única nave era rectangular con techo de alfarjes y su fachada principal estaba orientada hacia el este. Con posterioridad el obispo Lazo de la Vega mandó a construir una capilla mayor y las colaterales, pero no pudo concluirlas, el  trabajo lo continuó su sucesor Morell de Santa Cruz,  quien dio conclusión a la obra de las tres capillas.

La fachada de la Iglesia del Santo Cristo del Buen Viaje tiene dos torres, cuya cualidad principal es la sencillez, sus exteriores están trazados con recuadros humildes. En 1932 los padres Agustinos encargaron su  ampliación a los arquitectos Morales y Compañía, éstos le añadieron una nave en sendos laterales de la ya existente.

La Iglesia del Santo Angel Custodio es bien conocida por todos os cubanos. Sí, ella fue el escenario del desenlace trágico de la novela de Cirilo Villaverde, “Cecilia Valdés”. Este templo se levanta sobre el cerro, que en La Habana todos llamaban "Peña Pobre", debido a la precaria situación económica de las familias de negros y mulatos libres que allí se asentaron;  fue conocida más tarde como  Loma del Ángel. La iglesia se construyó según refiere José Martín Félix de Arrate en 1690, cuando era  obispo de la Villa, Diego Evelino de Compostela. Después de terminada la obra,  se le añadieron dos naves de bóvedas laterales. Pero como nuestra islita está en el camino de los huracanes, quiso la mala suerte que el famoso huracán que azotó La Habana en 1846, tropezara con la Iglesia del Santo Angel Custodio y   destruyera la torre, todo el frente y el fondo de la nave principal,  que se reparó por esa época sin que esta reparación le hiciera perder  su carácter colonial. En 1870 el obispo Jacinto María Martínez emprendió la reconstrucción de todo el exterior con considerables modificaciones, es en este momento que adquiere  una forma gótica y según la apreciación de Joaquín Weiss, un tanto parca.

Quiero recordarte que en la iglesia del Santo Angel Custodio fueron bautizados el filósofo y sacerdote Félix Varela y el Héroe Nacional de Cuba,  José Martí;  y como ya te dije,  forma parte del escenario de la novela "Cecilia Valdés o la Loma del Ángel" del escritor cubano Cirilo Villaverde, y en su memoria se instaló en su parte delantera,  un busto del escritor que lleva la firma del escultor Fidalgo. 

Singular es la historia del Hospital e Iglesia de San Francisco de Paula.  Este hospital, con una iglesia contigua, fue el segundo con que contó La Habana y agradeció su establecimiento a Don Nicolás Estévez Borges, Deán de la Santa Iglesia de Cuba, quiero que conozcas que Deán es el Decano  que preside las reuniones de eclesiásticos en las catedrales. El Deán  Don Nicolás Estévez Borges, fue quien, en julio de 1665, requirió del Cabildo cuatro solares a cambio de otros cuatro, donde se construiría el hospital.

La primera piedra del Hospital e Iglesia de San Francisco de Paula se plantó el 27 de febrero de 1668. Esta construcción se realizó con el apoyo del obispo Juan Santos Matías y los aportes económicos del vecindario, estaba en el lugar donde antes  estuvo la ermita del Humilladero, en el barrio de Campeche, que ya te he mencionado. La primera iglesia de  San Francisco de Paula tenía muros de tapias, declives y techo de tablas y, como ya había sucedido con otras obras, quedó destruida después del violento huracán del 26 de septiembre de 1730.

La Iglesia de San Francisco de Paula, se reconstruyó con trazado de cruz latina, naves cubiertas con bóvedas de cañón y una pequeña cúpula en el crucero, la construcción concluyó en el año 1745.  A fines del siglo XVIII,  se amplió el Hospital bajo el auspicio de la esposa del Conde de Santa Clara, gobernador de la Isla.

Tiempo después, el Patronato que atendía el hospital de San Francisco de Paula,  vendió sus terrenos a los Ferrocarriles Unidos de La Habana, quienes  utilizaron ambos locales, Iglesia y Hospital,  como almacén. En el año 1937, la empresa ferrocarrilera decidió demoler la iglesia y el hospital, pero gracias a la decidida acción de la Junta Nacional de Arqueología, asombrosamente  se consiguió que sólo se derribara el hospital y no se tocara la iglesia,  que fue declarada Monumento Nacional.

Un convento habanero del siglo XVII,  que con el tiempo se haría famoso y, no precisamente por su actividad religiosa,  es el Convento de Santa Clara de Asís. Este Convento ocupaba cuatro manzanas de terreno entre las calles Cuba, Habana, Sol y Luz y fue el primer claustro de monjas que se fundó en la Villa de San Cristóbal de La Habana. La solicitud de establecerlo fue iniciativa del gobernador  Don Pedro de Valdés,  quien convocó a campanadas  a la población el día 6 de abril de 1603, con la finalidad de celebrar cabildo abierto, allí,  entre otras cosas,  habló de la existencia de numerosos vecinos cargados de hijas, que por no encontrar a personas apropiadas con quien casarlas, quedaban, según las palabras de Don Pedro de Valdés,  “en  manifiesto peligro de perder sus honras y buena reputación”,  lo que, según él,  se evitaría si entraran a servir a Dios, por eso interrogó a los vecinos acerca de su  disposición a contribuir a la obra y además indagó a propósito de cuántas jóvenes tomarían el hábito. Todo esto se le notificó al Rey como argumento en la solicitud su ayuda acostumbrada. Aquí no me queda más remedio que preguntarme: ¿Estaría Don Pedro de Valdés tan interesado en cuidar la honra de las muchachas solteras o estaba deslumbrado por el brillo del oro de las dotes que entregaban las chicas al entrar en el claustro y de la que tal vez le tocaría una parte? No poseo la respuesta, pero sería un interesante tema de investigación.

El asunto de la construcción del  Convento de Santa Clara de Asís se mantuvo durante mucho tiempo en requerimientos al Monarca español, Cabildos abiertos para nuevas solicitudes, búsqueda de patrocinadores para que abogaran ante la Corona y otras dilaciones,  así transcurrieron 29 años, hasta que el 20 de diciembre de 1632 una Cédula Real informaba que se había examinado en un Consejo de las Indias, ¡Al fin!:  el Rey había tenido a bien dar permiso a la ciudad  de La Habana para que se fundara en ella un convento de monjas. ! Y después dicen que ahora se demoran las construcciones! ¿Quién se iba a imaginar que esa mala costumbre venía de tan lejos en el tiempo? Pero no todo fue “coser y cantar”, el Rey de las Españas  ponía algunas condiciones en cuanto a la contribución que darían los vecinos y también –vuelve a parecer el asunto-  las dotes de las futuras monjas, requerimientos que,  según parece,  no fueron fáciles de cumplir, pues la primera piedra de la obra,  no se colocó hasta el 29 de octubre de 1638, seis años después,  y su iglesia se abrió al culto a un lustro de distancia, en  1643. En total habían transcurrido 40 años desde que Don Pedro de Valdés lanzara la idea. La dote que se estableció para entrar las monjas al Convento era de dos mil ducados. ¡Toda una fortuna!

El Convento de Santa Clara de Asís, contaba con tres claustros, el principal y el segundo estaban en la parte baja sostenidos por columnas de sillería y en la alta de madera, el tercer claustro era de madera. En el ángulo de las calles Cuba y Sol estaba la iglesia, que era de una nave con la misma altura de los dos claustros, unas doce varas de ancho y cuarenta y cuatro de largo, según las mediciones de entonces. La torre de tres cuerpos y cubierta piramidal, intercalada entre la Iglesia y el Convento fue hecha por el maestro Pedro Hernández de Santiago a principios del siglo XVII. El convento tenía rejas, balaustradas, escaleras y techos de madera y en la planta alta estaba cubierto de tejas.

Pero hay más acerca del Convento de Santa Clara de Asís: En 1922 las monjas de este claustro fueron trasladadas para otro lugar de la ciudad. Entonces el Monasterio se vendió en un millón de pesos a particulares y al año siguiente fue adquirido por el Estado que pagó por él dos millones, con esta compra el gobierno pretendía instalar en el lugar  la Secretaría de Obras Públicas. El hecho provocó innumerables protestas de la prensa y la opinión pública, por el manifiesto latrocinio que implicó la operación, es cuando ocurre lo que en la historia cubana  se conoce como La Protesta de los Trece.


Pero el de Santa Clara de Asís no fue el único convento habanero, el de Santa Catalina de Siena, cuya historia tiene características singulares: Fue el segundo Convento fundado en La Habana y ocupaba las dos manzanas comprendidas entre O'Reilly, Empedrado, Aguacate y Compostela. Sucedió que tres de las hijas del rico almacenista de víveres Juan de Aréchaga: Francisca, Ana y Teresa, quisieron pasar a la vida monástica y como no había  capacidad en el Convento de  Santa Clara, se dirigieron a la Corona en el año 1679, con la solicitud de  fundar un Convento. El permiso para su fundación fue concedido rápidamente, la rapidez se debió a que los fondos para su construcción estaban asegurados, pues se trataba de una donación de la familia Aréchaga. En el Cabildo del 31 de octubre de 1680 se dio lectura a la Real Orden del 29 de mayo, donde el Rey pedía que se le informara acerca de lo  necesario para fundar el Convento, que albergaría a las tres hermanas y a quince religiosas más.

El 20 de abril de 1686, el Rey autorizó a que se fundara de inmediato el Convento de Santa Catalina de Siena en la propia casa de Francisca, Ana y Teresa Aréchaga, allí esperarían  la conclusión de  las obras del Monasterio. El Convento quedó terminado el 29 de abril de 1688. Con posterioridad siguió agrandándose con sucesivos donativos de los hermanos Aréchaga.

Documentos de la época recogen que en el Cabildo del 10 de octubre de 1721, se analizó una solicitud para cerrar la calle intermedia entre las dos manzanas que ocupaba el Convento, este reclamo fue presentado por la priora del monasterio de Santa Catalina de Siena y fue concedido con prontitud. En la esquina de O'Reilly y Compostela se levantó la iglesia, de una nave orientada de este a oeste, que según se medía en esos tiempos,  tenía 12 varas de ancho por 41 de profundidad, la obra estuvo terminada en el año 1700. La torre de la Iglesia estaba en la misma esquina y era de tres cuerpos. El Convento tenía un solo claustro de dos plantas, ambas de postes de madera similares a los del Convento de Santa Clara. Cuando las monjas se trasladaron a otro establecimiento en el año 1918,  se demolió el convento, se abrió la calle San Juan de Dios y se construyeron dos importantes edificios, el del Nacional City Bank of New York y de la Metropolitana. En la actualidad todavía puede verse allí el edifico del Banco.

Las Iglesias y Conventos a los que te he acercado con este trabajo no son las únicas que se construyeron en el siglo XVII cubano, hubo más,  de ellas que te contaré en otra oportunidad.

FUENTES CONSULTADAS:

Lic. Juan de las Cuevas Toraya. 500 Años de Construcciones en Cuba.
Arrate, José Martín Félix de. « Llave del Nuevo Mundo, Antemural de las Indias Occidentales”
Weiss Sánchez, Joaquín. La arquitectura colonial cubana; siglos XVI y XVII.
Wright, Irene Aloha.  Historia documentada de San Cristóbal de La Habana durante la primera mitad del siglo XVII.
Bens Arrarte, José María — Apuntes de La Habana del siglo XVII. Revista Arquitectura. La Habana, no. 150, enero 1946, pp. 17-21.
— La Habana del siglo XVII. Revista Arquitectura. La Habana, no. 152, marzo 1946, pp. 74-78.

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